La fiesta de Corpus Christi, la de mayor relevancia en Izúcar de Matamoros
ï‚· El artesano Jorge Castillo Balbuena narra cómo se vive la fiesta en la
comunidad, ubicada en la Mixteca baja poblana
ï‚· La fiesta sincrética también se conoce como el Día de las Mulitas, y se
realiza este 15 de junio
Desde tiempos inmemoriales, cada Jueves de Corpus Christi, el municipio de
Izúcar de Matamoros, Puebla, se viste de fiesta. Junto con éste, otros poblados y
comunidades de México se esfuerzan por conservar viva una tradición que fusiona
una herencia novohispana con una celebración prehispánica, en la que los
antiguos pobladores ofrecían a sus deidades sus primeras cosechas.
En Izúcar de Matamoros, la fiesta de Corpus Christi es la de mayor
relevancia. Al menos así lo expresa Jorge Castillo Balbuena, un artesano local de
más de 30 años de trayectoria, perteneciente a la quinta generación de alfareros
de la región, quien narra en entrevista que desde el siglo XVII, este municipio
enclavado en la Mixteca baja poblana se ha distinguido por mantener viva una
tradición que mezcla lo religioso con lo profano y da por resultado una festividad
de extraordinaria belleza.
“Para nosotros es la fiesta más importante del año; se prepara con mucho
tiempo de anticipación por un comité organizado por el pueblo. El Jueves de
Corpus, en punto de las 12 del día, se reúne la gente de los 14 barrios autóctonos
de Izúcar de Matamoros en el atrio de la Parroquia de Indios o Naturales, también
conocida como Templo de Santo Domingo de Guzmán, para presenciar misa”.
Cuando termina la ceremonia religiosa -- añadió Castillo Balbuena-- las
personas siguen la procesión encabezada por el sacerdote, quien lleva la custodia
del Santísimo y recorre cada uno de los altares de las cuatro esquinas del atrio.
“Donde se colocan estos altares, antiguamente había capillas-pozas que se
adornaban con flores cacalosuchil, hojas de cucharilla y árboles de la vida de barro
policromado que sostenían las ceras escamadas. Al pie de los árboles se colocaba
un sahumerio (o incensario) también de barro policromado para quemar incienso o
copal que evocara esa parte espiritual del ser humano”.
Al finalizar la procesión, el atrio se convierte en el escenario para la
presentación de danzas tradicionales como Los doce pares de Francia y Los
Tecuanes; por la noche, el pueblo se reúne para quemar toritos y juegos
pirotécnicos, narra el artesano.
La fiesta pagana comienza en la tarde, cuando concluye la misa religiosa, y
se instalan juegos mecánicos, puestos de artesanías, tanto locales como de otras
comunidades, venta de comida tradicional y se presentan espectáculos de música
y danza, en el Zócalo de Izúcar de Matamoros.
El Día de las Mulitas
Aunque en este municipio poblano se empezó a celebrar a partir del siglo XVII, hay
registros de que esta festividad se realizó por primera vez en México en 1526, con
los evangelizadores asentados en la llamada Nueva España. La fiesta fue muy
bien adoptada por los naturales porque coincidía con la celebración llamada
“primicias”, cuando los campesinos de varios lugares cercanos acudían al Templo
Mayor, sobre el cual se construyó la Catedral Metropolitana a ofrecer a sus
deidades los primeros productos agrícolas.
Consumada la Conquista y la evangelización, se continuó con la costumbre
de ofrecer los primeros productos agrícolas como ofrenda; sólo que entonces los
campesinos llevaban sus frutas y verduras en huacales, los cuales iban sujetos
sobre el lomo de mulas cargadas. Para agradecer, los campesinos acostumbraban
estrenar sus trajes de manta elaborada en telar de cintura y vestirse
elegantemente para la fiesta.
Con el tiempo se fue haciendo costumbre llamar el Día de las Mulas al
jueves de Corpus, en el que además de celebrar el Cuerpo de Cristo o el
Eucaristía, también se ofrendaba el fruto de las cosechas.
Según Aurelio González (México, 2016) en su libro México tradicional:
literatura y costumbres, hay dos leyendas que refieren el origen de las mulas: una
es del estado de Puebla, donde una mula se arrodilló ante el paso de una
procesión. Otra es la de un fiel, que al observar como los lugareños festejaban el
Día de Corpus, dijo que, si Dios existía, haría que las mulas se arrodillarán, lo cual
sucedió, esto fue interpretado como milagro.
A partir de estos dos relatos se hizo popular el festejo del Día de las Mulas.
Como agradecimiento por los alimentos y por el Cuerpo de Cristo, los artesanos
empezaron a realizar “mulitas” de palma o de hoja de maíz, cargadas con flores,
frutos y dulces, los cuales se obsequiaban entre las personas, ya sea para que la
porten en su ropa o se la lleven a sus casas, como símbolo de prosperidad.