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Museos 2018-01-08 19:48

Ecos de la expulsión jesuita en 1767 llegan hasta nuestros días, advierte historiador del INAH



Ecos de la expulsión jesuita en 1767 llegan hasta nuestros días, advierte historiador del INAH



*** En 2017, el Centro INAH Sinaloa conmemoró 250 años del suceso ocurrido en la Nueva España, con presentaciones de libros y actividades académicas



*** Sinaloa carecía de un estudio regional sobre este suceso histórico, a pesar de su importancia para el desarrollo económico del noroeste de México



En 2017 la historia conmemoró 250 años de la expulsión jesuita del territorio de la Nueva España. A pesar de ser el hecho de mayor relevancia en el siglo XVIII y del que más se habla como referente, es del que menos se conocen rasgos particulares, advierte el investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Gilberto López Castillo. Es el caso de Sinaloa, donde se carecía de estudios sobre lo sucedido, es así que el año que concluyó, el INAH impulsó el Proyecto Fronteras Misionales de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús 1591-1767, con importantes aportaciones para el conocimiento de esta etapa de la historia de México en Sinaloa.



El historiador lleva a cabo el proyecto bajo la meta de tener una visión regional y comprensiva de los aspectos que la expulsión implicó en el noroeste mexicano, tomando en cuenta que en esta porción del país, el papel de la Compañía de Jesús fue relevante para el proceso de conquista, ya que abrió las puertas al poblamiento civil de un territorio hasta entonces muy pobre.



Respecto a lo anterior, el estudioso advierte que hacia el norte del país la historiografía ha tenido un desarrollo desigual: mientras la Antigua California ha contado con el trabajo de Ignacio del Río, del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, y Nayarit con el de Laura Magriñá, también investigadora del INAH, Sinaloa y Sonora habían sufrido un cierto descuido.





Así, al tiempo que Gilberto López Castillo contempla la problemática global de la orden jesuita frente a las políticas borbónicas, asume que en la escala local, la dificultad era específica porque enfrentaba a los jesuitas con la sociedad y el gobierno de la región, civil y religioso, toda vez que se consideraba que la compañía monopolizaba algunas de las principales actividades, como la agricultura y la ganadería, mediante el control de la fuerza de trabajo indígena y la posesión, por medio de la misión, de las mejores tierras.



El investigador del INAH y miembro fundador de la Sociedad Internacional de Estudios Jesuitas comenta que el tema de la expulsión se ha tocado de manera general en obras clásicas. Ahora, él busca trascender esa visión tradicional para lo cual ha ampliado la cantidad de fuentes: desde hace más de una década ha trabajado con documentos provenientes del archivo central de la orden, en Roma, y el Archivo de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús, de México, a los que ha sumado sus pesquisas en fondos del Archivo General de la Nación y archivos parroquiales locales del noroeste.



De éstos últimos comenta que ha resultado particularmente rico el archivo de la antigua misión de Mocorito, Sinaloa, y recientemente el acervo histórico Documentary Relations of the Southwest, de la Universidad de Arizona, que entre otros documentos resguarda el diario del padre Bernardo Middendorff. Al respecto destaca que si bien otros investigadores han utilizado algunas de estas últimas fuentes, su visión ha omitido consignar el origen de la información, es decir, los misioneros del noroeste de México, lo que aportaría datos regionales.



De acuerdo con Gilberto López Castillo, la importancia de estudiar este periodo histórico en Sinaloa está en que se trata de la época de las Reformas Borbónicas y por tanto, de un momento en la evolución regional que tiene en la expulsión de los jesuitas el principal referente para el desarrollo económico: realizar un balance de este proceso ayuda a ponderar, mediante el estudio del resto de la época virreinal, el peso específico de la orden y el éxito o fracaso de la política de los borbones.



Asimismo, destacó que con la expulsión de los jesuitas se realizaron diversas transformaciones legales en la gobernación de Sonora y Sinaloa, que buscaron incorporar a los indígenas de forma plena al sistema económico español y se buscó fomentar la minería y el comercio.



Autor y co-autor de una decena de libros y artículos especializados en el tema, Gilberto López Castillo considera que el legado de los jesuitas en el noroeste novohispano es relevante en virtud del establecimiento de una red de misiones en donde los diversos grupos indígenas participaron en forma activa por 176 años, y que se ve reflejado de forma material en los diversos templos misionales y el Colegio de la Compañía de Jesús en Sinaloa, así como de forma intangible en fiestas religiosas que tiene su origen en el encuentro de las culturas indígenas y europea, cuyo principal escenario fueron las misiones.





A la fecha, el INAH tiene registrados 10 sitios misionales con elementos jesuíticos, la mayoría corresponden a ruinas. Las más antiguas están en la ribera del río Petatlán: son los vestigios de la iglesia y el ex colegio de Sinaloa. Sin embargo, fuentes documentales mencionan hasta 25 misiones a lo largo de los ríos Petatlán, Evora y el Fuerte, en los actuales municipios de El Fuerte, Ahome, Guasave, Mocorito y Sinaloa. Las misiones fueron sencillas y frágiles edificaciones de adobe, construidas entre 1591 y 1767, en territorios agrestes, de climas extremosos, desde donde los jesuitas realizaron su labor evangelizadora.

La Compañía de Jesús también dejó como legado textos, a través de los cuales se ha podido recuperar la historia prehispánica de México, y algunos de los principales diccionarios en lenguas indígenas.



Con motivo de los 250 años de la expulsión de los territorios de la monarquía española, decretada por el rey Carlos III, el 27 de febrero de 1767, el INAH realizó a lo largo del año pasado, ciclos de conferencias, mesas conmemorativas y presentaciones de libros para hablar del legado de los jesuitas y de la importancia de preservar el patrimonio cultural que heredaron a Sinaloa y a una extensa región, en gran parte determinada por la presencia de los religiosos durante más de cien años.

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