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Cine 2020-07-24 21:44

En tiempos de pandemia, reflexionan acerca de la enfermedad y la medicina desde el cine de oro mexicano

En tiempos de pandemia, reflexionan acerca de la enfermedad y la medicina desde el cine de oro mexicano



*** El INAH inauguró el ciclo de conferencias “La historia interminable de la enfermedad”



*** La historiadora Julia Tuñón describió cómo el celuloide abordaba a los doctores, haciendo un paralelismo con el trato que se les da en la actual contingencia sanitaria





Es innegable que la pandemia de COVID-19 marcará un antes y después en nuestra sociedad, quedando grabada en la memoria colectiva de los mexicanos. Así, ante las preguntas de cómo se estudiarán a futuro las implicaciones de la enfermedad, o cómo se les representará desde productos culturales como el cine, académicos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) inauguraron el ciclo de conferencias “La historia interminable de la enfermedad. Reflexiones sobre salud e higiene en el tiempo”.



Organizado por la Dirección de Estudios Históricos (DEH) de la institución, y transmitido a través del canal en YouTube de INAH TV, en el marco de la campaña “Contigo en la Distancia”, de la Secretaría de Cultura, el ciclo, que sesionará cada martes a las 17:00 horas, presentó su primera conferencia: Los médicos en el cine mexicano de la edad de oro.



A cargo de la historiadora Julia Tuñón Pablos, la ponencia virtual fungió como un reconocimiento a los médicos y los profesionales de la salud –enfermeras, paramédicos, conductores de ambulancia y auxiliares de hospital, entre otros– que hoy día se baten en la primera línea de defensa para combatir a la pandemia en el mundo.



Para responder a la cuestión de cómo el cine de oro representó a los médicos, la conferencista hizo un primer apunte señalando que, si bien, desde la Ilustración, la medicina como disciplina profesional fue reglamentando cada vez más las formas idóneas para vivir, alimentarse y mantener sano al cuerpo, las cuales hasta entonces habían sido dictadas por la Iglesia, el celuloide todavía confería gran peso a esta última institución, estableciendo, incluso, al médico ideal como un “instrumento de Dios”.



De este modo, comentó que en el cine mexicano, cuyas producciones de los años 30 y 50 del siglo XX estaban, mayormente, dirigidas a clases populares, los géneros en los que existen más apariciones de médicos son la comedia y el melodrama.



En obras como María Candelaria (1944) y El rebozo de Soledad (1952), los facultativos tienen un rol decisivo al marcar los momentos de mayor tensión dramática. Incluso, en la segunda de estas historias, el protagonista es médico.



Tuñón señaló el caso de El rebozo de Soledad, para ahondar en la idea del doctor como instrumento divino, ya que si bien en ella se presenta al personaje Alberto Robles (Arturo de Córdoba) como un doctor educado en la ansiada modernidad del México urbano de mediados de siglo, su partida a un ambiente rural le muestra que, en realidad, es un hombre falible que no escapa de los designios de Dios.



En esta cinta hay un personaje llamado el padre Juan (Domingo Soler) con quien a menudo interactúa y debate el doctor Robles. Tal es el énfasis en los dos poderes interconectados: ciencia y fe, que al galeno se le nombra “sacerdote de cuerpos”, mientras que al cura se le llama “médico de almas”.



Respecto a la comedia, la historiadora evocó como ejemplo destacado a la cinta ¡Que viene mi marido! (1940), en la que un hombre empobrecido, Lázaro Bermejo (Arturo de Córdoba) se hace pasar por enfermo ya que le fue dicho que siendo interno de un hospital podría tener tres comidas completas al día.



La historiadora señaló que, a menudo, el cine de oro es dicotómico respecto al trato hacia los doctores, es decir, pueden ser ‘buenos’, lo que implica su humildad y a menudo su pobreza y abnegación, o pueden ser ‘malos’ como en la cinta Médico de guardia (1950), en la que su ambición y deseo de poder les lleva a cometer crímenes, como vender hijos de parejas pobres a matrimonios adinerados que no pueden concebir naturalmente.



Asimismo, reconoció que el cine mexicano, el cual décadas más tarde creó subgéneros como los del ‘médico brujo’ o ‘médico satánico’, tiene una deuda grande con dicho gremio y aún más con sus mujeres profesionistas.



A menudo, añadió, el cine de oro representó a los médicos como personajes falibles y apesadumbrados por su propio saber, incluso, como alcohólicos y maniáticos. En el mejor de los casos, se les veía como personas que debían “sacrificarse como el propio hijo de Dios” para poder servir en su profesión, sabiendo que nunca tendrían la solución del todo.



Como apunte final, la historiadora llamó a reflexionar sobre el trato que hoy la sociedad mexicana da a los médicos que combaten la pandemia de COVID-19, no muy alejado de la visión del cine de oro.

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