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Libros 2015-10-19 15:26

Entregará el INBA la Medalla Bellas Artes al maestro Francisco Savín

Entregará el INBA la Medalla Bellas Artes al maestro Francisco Savín





Por su valiosa trayectoria y sus aportaciones al arte y a la cultura de México



El lunes 26 de octubre a las 19:00 en el Conservatorio Nacional de Música





Francisco Savín Vázquez, director de orquesta, compositor y catedrático mexicano, será distinguido con la Medalla Bellas Artes por su larga y valiosa trayectoria y por sus aportaciones al arte y a la cultura de nuestro país.



El maestro, quien cuenta con 88 años de edad y con 70 dedicados a la música en los campos de la composición, la docencia y la dirección de orquestas e instituciones, recibirá la presea del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) el lunes 26 de octubre a las 19:00 en una ceremonia que se llevará a cabo en el Auditorio Silvestre Revueltas del Conservatorio Nacional de Música.



Originario de la Ciudad de México (18 de noviembre de 1927), Francisco Savín inició muy joven sus estudios de piano con José F. Velázquez y Nadia Stankovich, de armonía con Alfonso de Elías, de composición con Rodolfo Halffter y de dirección de orquesta con Luis Herrera de la Fuente.



En la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) estudió tres años de filosofía y cursos especiales de historia del arte y psicología, y, afirma, también química. No obstante, decidió seguir la música. En 1957 viajó becado a Praga para continuar sus estudios de dirección orquestal con Václav Smetáček y Alois Klíma, y de composición con Karel Janeček.





En 1960 regresó a México y de inmediato estrenó su obra Quetzalcóatl para orquesta y dos narradores (en 1958 fue estrenada en Praga bajo la dirección de Alois Klíma), y la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) hizo lo propio con Metamorfosis en 1962.



A partir de entonces inició su intensa carrera como director, que lo llevó a conducir las más prestigiadas orquestas mexicanas, como la propia OSN, la de Cámara de Bellas Artes, la Filarmónica de la Ciudad de México, la Sinfónica de Xalapa y la Sinfónica del Conservatorio Nacional de Música, entre muchas otras.



En su faceta de docente y promotor cultural ha estado al frente de instituciones educativas como la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, la Escuela de Música del Centro Cultural Ollin Yoliztli y, de 1967 a 1971, el Conservatorio Nacional de Música del INBA.



Inauguró la primera edición del Festival Internacional Cervantino, en 1972, con el estreno en México de la ópera Don Quijote de Jules Massenet.



En el plano internacional, ha sido invitado como batuta huésped de las orquestas Sinfónica de Praga, Filarmónica de Cracovia, Sinfónica del Principado de Asturias y Filarmónica de Silesia, entre otras.



Ha sido distinguido con la Condecoración de Caballero Oficial de la Orden del Mérito de Italia y la Orden del Mérito de Polonia, la Medalla Mozart, el Grado de Excelencia de la Embajada de Austria en México y la Medalla Eduardo Mata. El Cabildo de Puebla lo reconoció como visitante distinguido e Instrumenta Oaxaca le otorgó un reconocimiento por su trayectoria.



Por mucho tiempo ha encabezado los proyectos musicales más complejos y difíciles de realizar en México. Asimismo, ha sido el responsable de diversos estrenos en nuestro país. Se recuerda en especial que gracias a él se tocó en México la Octava sinfonía (De los mil) de Gustav Mahler, los Gurre-Lieder de Arnold Schönberg o la ópera The Rake's Progress de Ígor Stravinski, bajo la dirección escénica de Ludwik Margules.



Entre sus alumnos se encuentran importantes músicos y directores, como Eduardo Diazmuñoz, Eduardo Álvarez, Fernando Lozano, los integrantes del Cuarteto Latinoamericano (Arón Bitrán, Javier Montiel, Saúl Bitrán y Álvaro Bitrán) y Arturo Márquez, a quien asesoró para los detalles finales de su Danzón núm. 2, obra que Savín estrenó para el mundo al frente de la Orquesta Filarmónica de la UNAM.



Unos ojos y un corazón bien abiertos



“La noticia de la Medalla Bellas Artes es muy desconcertante para mí, por el hecho de que es algo que para nosotros los artistas es muy importante, sin duda. Mi impresión es de un gran impacto, porque esto abre otra dimensión al momento que vivo”, afirma, modesto, el maestro Francisco Savín.



Entrevistado una fría mañana de octubre en su casa del norte de la capital, Savín Vázquez asevera que cada una de las etapas de su biografía han sido vividas intensamente, con los ojos y el corazón bien abiertos, pero quizá de manera vertiginosa.



“Pero al paso del tiempo, al recordarlas, se da uno cuenta de lo mucho que significan. Puedo decir que, por ejemplo, viajar a Praga, donde estudié con maestros como Janeček, me cambió la vida, definitivamente. Acababa de estrenar en México una obra con éxito y el maestro Luis Sandi me dio el apoyo para ir a estudiar a la vieja y mítica Praga.



“Prácticamente no tenía empleo. Trabajaba por horas limitadas en una escuela primaria y la beca me cambió la vida: fue otro mundo y otra experiencia, el comienzo de lo que quería hacer realmente. Como joven estudiante, ambicioso, buscaba encontrar y adquirir el nivel de la música europea: cómo se pensaba, cómo se vivía, conocer su actitud y su expectativa”. Afortunadamente, reconoce el maestro, en Praga encontró buena recepción; tuvo buenos amigos, excelentes profesores y oportunidades para ver y aprender.





“De regreso a México viví otra realidad. No sé cómo describirlo. Traía muchas ideas, y con ayuda de Rodolfo Halffter pude hacer muchas cosas y poner en práctica toda mi experiencia en Praga. Estrené Metamorfosis y otras obras. Blas Galindo me decía que me aventaba a lo grande, a lo nuevo. Había mucha recepción y se ansiaba un cambio en la música, pues predominaba el nacionalismo. Había muchas ganas de una transformación”.



Recuerda que se respiraba la necesidad de un renacimiento. “Yo seguí ese momento de transición, en un una etapa en la que convivían, sin haber una guerra, el nacionalismo y las ansias de cambio. Poco a poco los cambios se dieron tanto en el papel pautado como en la dirección de orquesta y en la ópera. Eso dio oportunidad a que yo aplicara mis conocimientos adquiridos en Praga, y toda esa experiencia la llevé a la docencia y a la promoción como director de orquesta, por ejemplo”.



Francisco Savín reconoce que en la actualidad la música de concierto en México vive una situación promisoria: “La apertura de fronteras ha permitido que haya más oportunidades de que los jóvenes trasciendan sus lugares de origen, y eso no significa ir a estudiar, recibir un título y ya, sino aprender otras sensibilidades, otras formas de hacer música y adecuarlas a nuestra realidad.



“Así han surgido excelentes maestros y directores de orquesta, como el recién desaparecido Armando Luna, también Diazmuñoz y muchos otros que fueron mis alumnos. Yo siempre les compartí mis experiencias”. También advierte que en México existe mucho talento “en composición, dirección, ejecución, investigación; en todo”.





Siete décadas en la música



Un Francisco Savín amable, tranquilo, pero siempre con voz grave, con ciertos silencios por momentos, dice: “Primero estudié química, pero me decidí por la música en 1945, en la que ya tengo 70 años. Un tanto retirado de la dirección, me dedico más a mis clases. He rechazado invitaciones por obvias razones (tengo 88 años), porque hay un momento en el que hay que detenerse un poco.



“Aunque me jubilé del Conservatorio y de la Sinfónica de Xalapa, sigo enseñando, porque veo que hay jóvenes con mucho talento que hay que pulir y prepararlos para que den el gran paso”.



Y afirma convencido: “Un músico nunca se retira de la música, siempre se está cerca de ella. Yo sigo ahí, enseñando, y aprendiendo también de mis alumnos. Soy muy afortunado, porque en mi profesión he recibido siempre un trato respetuoso, de los músicos, de los jóvenes, y afortunado porque al mismo tiempo, cuando decidí dedicarme a esto, me dijeron que de qué iba yo a vivir. Gracias a la música, vivo bien, he vivido bien y sigo activo y trabajando.



“La satisfacción más grande que tengo es que nunca le he quitado nada a nadie, nunca he cometido una injusticia. Puedo decir que estoy limpio, y eso es muy importante para un artista que se expresa con la razón, pero sobre todo con el corazón”.



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