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Noticias 2015-10-20 10:05

Ricardo Flores Magón desenmascaró las argucias con las que históricamente se ha exigido el sacrificio del pueblo

Los artículos del dirigente reflejan el convulso inicio del siglo XX

Ricardo Flores Magón desenmascaró las argucias con las que históricamente se ha exigido el sacrificio del pueblo

• El Conaculta compila los textos políticos del revolucionario, publicados en la revista Regeneración, en los tomos XII y XIII de sus Obras completas


Siempre tuvo sentido, la Revolución, donde quiera que pisó, siempre tuvo sentido. En el desconocimiento de la historia que le abrió la puerta, el término parece ahora ambiguo incluso caduco, pero en 1917-18, era la respuesta más humana y coherente.


Los textos de Ricardo Flores Magón --compilados por el Conaculta, con el título de Obras Completas, reúne sus publicaciones en el semanario, Regeneración--, ardientes y clamorosos son testimonio, reflexión y un arduo hincapié en la aseveración: nuestro mundo, como el de entonces, marcha mal. La raíz de ello es la ideología que nos domina y que se deriva directamente del sistema económico, existe una trucada práctica de varios valores, que el autor se propuso desmontar.

Por principio, la idea de patriotismo. ¿Qué significa verdaderamente y para quiénes se construye esta idea? La casa, el párroco, la escuela, la señalan como un deber primario, con ahínco se exalta en nosotros la deuda de amor y honor que hacia la patria tenemos. Eso se inculca, pero Flores Magón sentencia con toda claridad: “aun cuando de esa Patria no poseamos ni una pulgada de su territorio, a pesar de las indignidades, humillaciones y atropellos de que seamos víctimas”. Todas las cargas que implica ser patriota, descansan sobre los hombros de los pobres. Ellos, que se enlistan en el ejército, en la policía; que la sirven, ningún beneficio reciben, salvo la exigencia de dar la vida a cambio de nada.

La práctica del patriotismo se fomenta para encender incluso la disposición a matar, lo que se defiende de esa forma, dice Ricardo Flores Magón, son los bienes de otros, de los dueños de todo: la burguesía.

Hemos de especificar que en los años en los que estos escritos o manifiestos se suscitan, el mundo atravesaba por la Primera Gran Guerra, y en Rusia se desataba la Revolución. La idea de enemigo se sintetizaba en todo aquel extranjero con forma invisible, que ha prosperado, de acuerdo al autor, porque las masas no querían admitir que las guerras son producto de la codicia y de la ambición de los ricos, que son los únicos que con ellas se benefician. He ahí la razón y la trampa que esconde el patriotismo, lanzar a la muerte a otros para asegurar los bienes de otros.

Desde esa perspectiva el llamado de Zapata a la revolución es indiscutible: “La Revolución arde, añadamos combustible a ese fuego sagrado y soplemos. El triunfo de la Revolución consistirá en el traspaso de las manos de los capitalistas a las de los trabajadores, de todo cuanto detentan, de la riqueza entera”.

Para muchos, la democracia había fracasado, porque no era garantía de igualdad, el pueblo ruso, entendía que urgía un nuevo orden social donde el pan, la libertad, el derecho a la vida se garantizaran para todos. A este momento histórico, lo bautiza como el del despertar humano. Encuentra que los hombres han reaccionado a consecuencia de la guerra, ante la imposición de ser carne de cañón movidos por la violencia que generan los amos del mundo.

Los estadounidenses comienzan a experimentar el malestar de ingresar en una guerra que no les pertenece, combatir a Alemania no tiene sentido, la obligación de enlistarse en el ejército provoca un rechazo casi generalizado. Mientras tanto, Rusia emprende otra travesía en el modelo económico y social, su repercusión asemeja al de las olas que van distribuyéndose por todos los océanos, tocando todas las orillas.

El mundo comienza a inflamarse. David Starr Jordan, de la Universidad de Stanford, en una proclama lanza la frase: “La bandera roja de la anarquía es fabricada cuando el pueblo piensa, pero no puede obrar”. Guy H. Broughton, profesor de química de la Universidad de California, dijo: “Hay leyes tan viciosas que el caos es la única manera de desembarazarse de ellas”.

Hay huelgas de recolectores en Estados Unidos, huelgas de mineros, la sociedad se resquebraja, cuestiona, niega principios que antes fueran sus pilares.

En ese desasosiego, en el descontento obrero, con una autoridad que pierde firmeza, se prefiere entonces hacer el llamamiento a la paz, a una que deje las cosas en el estado previo a la guerra. ¿Qué significado tiene eso para los pobres? ¿Será esa paz la libertad, la justicia, la dicha de vivir? Nada de eso, la paz buscada es mantener un sistema, es la paz burguesa, dice Ricardo Flores Magón. Como ejemplo: el pueblo ruso entiende que una paz duradera solamente será posible cuando se erradique la noción y práctica de la propiedad privada.

Es este el corazón de la Revolución, sin que exista la propiedad privada, los hombres ya no tendrán que luchar entre sí mismos, sin ella no existirá la ambición que despoja de casi todo a la mayoría. Sin ella las guerras no tienen sentido, puesto que se hacen para ganar los mercados internacionales. Y, aclara, Ricardo Flores Magón: “El derecho a la propiedad es muy respetable, pero el derecho de comer que tiene todo ser humano es más fundamental”. La propiedad privada es la fuente de discordia, la frontera para la fraternización; para protegerla se levanta la Autoridad. En ese resguardo reposa la concepción de libertad.

Libertad…otro principio trastocado. Se invoca a la libertad cuando se llama al pueblo a ir a la guerra, en pos de ella se encarcela a quien disiente con un sistema atroz; en su nombre se permite que una clase social exprima la vida de los trabajadores. Por la libertad, el sacerdote dogmatiza a los miserables para que se sometan. “El sistema de la propiedad privada vive en nombre de la libertad”.

En el despertar de la humanidad que auguraba la Revolución Rusa, Ricardo Flores Magón atisba la nueva luz y la caída de la burguesía, se encuentra ya al borde del abismo, no hay salvación posible, sino un deslizamiento sostenido y fatal. “Es el soplo formidable de las oscuras falanges de la miseria, el aliento cálido de los desheredados”, lo que impulsa hacia el nuevo mundo.


Ricardo Flores Magón (Eloxochitlán, Oaxaca, México, 1873 –Kansas, EU, 1922), político y periodista mexicano, a quien se considera iniciador de la Revolución Mexicana. Es reconocido como uno de los luchadores más íntegros y consecuentes con la causa de los trabajadores durante los tiempos de la Revolución. Su pensamiento y su lucha inspiraron muchas de las conquistas obreras, y algunos derechos que quedarían recogidos en la Constitución mexicana. Hostigado por el gobierno, hubo de exiliarse en 1904 a Estados Unidos. Exigió la jornada de ocho horas, el descanso dominical y el reparto de tierras a los campesinos, con lo que sus ideas repercutieron sobre el movimiento obrero mexicano.

Cada vez más cercano al socialismo anarquista, su partido estuvo detrás de las huelgas de la localidad minera sonorense de Cananea y de la zona industrial veracruzana de Río Blanco (1906-1907), violentamente reprimidas por el régimen de Porfirio Díaz. En 1918 redactó un manifiesto dirigido a los anarquistas de todo el mundo, hecho por el que fue condenado a 20 años de prisión por las autoridades estadounidenses. Tras sufrir un régimen carcelario cruel y despiadado, murió casi ciego el 20 de noviembre de 1922, en la penitenciaría de Leavenworth (Kansas).

Escritor prolífico, publicó cuentos, relatos y piezas teatrales, Obras Completas, reúne los artículos políticos publicados en el semanario Regeneración.

Ricardo Flores Magón Obras Completas XIII, Regeneración (1917-1918), Coordinación, compilación, nota introductoria y anotación, Jacinto Barrera Bassols. Cronología, Jacinto Barrera Bassols y Ramsés Lagos Velasco. CONACULTA. México, 2015. Pp. 160.

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